Los vuelos del Gulfstream 5 alquilado por agentes del departamento
de defensa de EE.UU. y la CIA están detallados en registros confidenciales
obtenidos por The Sunday Times que mencionan más de 300 vuelos.
Entre los países con malos antecedentes en los derechos
humanos a los que los estadounidenses han entregado prisioneros se encuentran
Egipto, Siria y Uzbekistán, según los archivos. Los registros
han provocado afirmaciones críticas de que la agencia está
utilizando a tales regímenes para realizar “torturas por encargo”
– una acusación que es rechazada por el gobierno de EE.UU.
Se informa que parte de la información de los sospechosos ha sido
utilizada por MI5 y MI6, los servicios británicos de inteligencia.
La admisibilidad ante un tribunal de evidencia obtenida bajo la tortura
está siendo considerada en la Cámara de los Lores en una apelación
de prisioneros nacidos en el extranjero en la cárcel Belmarsh, al
sur de Londres, contra su detención sin juicio por sospecha de terrorismo.
Durante los últimos años, el Gulfstream sin
identificación ha visitado aeropuertos británicos en numerosas
ocasiones, aunque no se cree que haya estado transportando sospechosos en
esa época.
El Gulfstream y un Boeing 737 de aspecto igualmente anónimo son alquilados
por agentes estadounidenses de Premier Executive Transport Services, una
compañía privada en Massachusetts.
El 737 blanco, con número de registro N313P, tiene
32 asientos.
Es un frecuente visitante en las bases militares estadounidenses, aunque
su papel exacto no ha sido revelado.
Se sabe más del Gulfstream, que tiene el número
de registro N379P y que puede transportar 14 pasajeros. Los movimientos
detallados en las bitácoras de vuelos pueden ser comparados con varias
apariciones del Gulfstream en aeropuertos desde los que agentes del contraterrorismo
de EE.UU. se han llevado a sospechosos de terrorismo.
Un análisis de los planes de vuelo del avión,
durante más de dos años, muestra que siempre parte de Washington
DC. Ha volado a 49 destinos fuera de EE.UU., incluyendo el campo-prisión
de la Bahía de Guantánamo en Cuba y otras bases militares
de EE.UU., así como Egipto, Jordania, Irak, Marruecos, Afganistán,
Libia y Uzbekistán.
Existen afirmaciones de testigos de que los sospechosos
son frecuentemente atados, amordazados y sedados antes de ser colocados
en los aviones, que no tienen instalaciones especiales para prisioneros
sino que tienen mesas para reuniones y pantallas para presentaciones y cine
durante el vuelo.
El avión de EE.UU. no es sólo utilizado para transportar prisioneros
sino que parece estar a la disposición de funcionarios de la defensa
y de inteligencia para misiones a partir de Washington.
El programa sueco de televisión Cold Facts informó
por primera vez en mayo sobre sus misiones de transferencia de prisioneros.
Describió cómo agentes estadounidenses llegaron a Estocolmo
en el Gulfstream en diciembre de 2001 para transportar a dos sospechosos
de terrorismo de Suecia a Egipto.
Al ocurrir lo que fue presentado como una “extradición”
a Egipto, ministros suecos no mencionaron públicamente la participación
estadounidense en la detención de Ahmed Agiza, de 42 años,
y de Muhammed Zery, de 35 años, que más tarde fueron absueltos.
Testigos describieron que vieron que los prisioneros eran
entregados a agentes de EE.UU. cuyas caras estaban ocultas por capuchones.
Habían cortado las vestimentas de los prisioneros esposados y los
vistieron con pañales cubiertos por overoles naranja antes de que
les pusieran por la fuerza supositorios sedantes.
El Gulfstream los llevó a Egipto, donde ambos prisioneros
afirmaron que fueron golpeados y torturados con choques eléctricos
en sus genitales. A pesar de las leyes suecas sobre la libertad de información,
los telegramas diplomáticos sobre el caso que fueron entregados a
los medios habían sido alterados para ocultar las quejas sobre torturas.
Hamida Shalaby, madre de Agiza, dijo: “El colchón
estaba electrificado... Cuando lo conectaban a la electricidad, su cuerpo
saltaba y caía y estos saltos y caídas continuaban hasta que
desconectaban la electricidad”.
Un mes antes de la extradición sueca, el mismo Gulfstream
fue identificado por Masood Anwar, un periodista paquistaní en Karachi.
El personal del aeropuerto dijo a Anwar que habían visto que un grupo
de hombre blancos con máscaras se llevaba en el jet a Jamil Gasim,
un estudiante yemenita al que sospechaban de vínculo con Al Qaeda.
El jet llevó a Gasim a Jordania y desde entonces ha desaparecido.
“Toda la operación fue tan misteriosa que
todas las personas involucradas, incluyendo los soldados de EE.UU., llevaban
máscaras”, dijo a Anwar una fuente en el aeropuerto.
En otra misión, en enero de 2002, un Gulfstream
fue visto en el aeropuerto de Yakarta para llevarse a Muhammad Saad Iqbal,
de 24 años, sospechoso de pertenecer a Al Qaeda que según
funcionarios de EE.UU. era un conocido de Richard Reid, el “atacante
del zapato-bomba” encarcelado en EE.UU. por tratar de hacer estallar
un vuelo de París a Miami.
Un funcionario indonesio declaró a un periódico estadounidense
que Iqbal fue “metido precipitadamente a bordo de un Gulfstream sin
marcas, registrado en EE.UU. ... y llevado a Egipto”; desde entonces
no se ha sabido casi nada sobre su persona.
La bitácora de los vuelos del Gulfstream de la CIA
muestra que voló de Washington a El Cairo, donde recogió a
agentes de seguridad egipcios, antes de ir aparentemente a Yakarta para
llevar a Iqbal a Egipto.
Otra transferencia tuvo que ver con un ciudadano británico. El 8
de noviembre de 2002, el Gulfstream partió hacia Banjul en Gambia.
El mismo día, Wahab Al-Rawi, un británico de 38 años,
fue una de cuatro personas arrestadas en el aeropuerto por la policía
secreta local y entregadas a interrogadores que dijeron que eran “de
la embajada de EE.UU.”
Wahab dijo que anteriormente había sido interrogado
por MI5 porque su hermano Basher, ciudadano iraquí, era un conocido
de Abu Qatada, el clérigo radical residente en Londres.
Se informa que cuando Wahab pidió a los agentes
de la CIA que lo pusieran en contacto con el cónsul británico,
como lo requiere la convención de Viena firmada por EE.UU., los agentes
se rieron. “¿Por qué crees que estás aquí?”
le dijo un agente. “Es tu gobierno el que nos dio el dato, para comenzar”.
Más tarde liberaron a Wahab, pero a Basher lo enviaron a Guantánamo
y sigue allí aunque no ha sido acusado de ningún crimen específico.
Algunos antiguos agentes de la CIA y activistas por los
derechos humanos afirman que la agencia y el Pentágono utilizan un
proceso llamado “entrega” para enviar a sospechosos a países
como Egipto y Jordania. Allí pasan a ser torturados sobre todo para
obtener información para los estadounidenses que, se dice, alientan
a esos países a utilizar métodos agresivos de interrogación
prohibidos según la ley de EE.UU.
Bob Baer, antiguo agente de la CIA en Medio Oriente, dijo:
“Si quieres un interrogatorio serio mandas a un prisionero a Jordania.
Si quieres que lo torturen lo envías a Siria. Si quieres que desaparezca...
lo mandas a Egipto”.
Entre los países a los que EE.UU. ha enviado prisioneros
se encuentra Uzbekistán, un estrecho aliado y una dictadura cuya
policía secreta es tristemente célebre por sus métodos
de interrogación, incluyendo la afirmación de que han hervido
a prisioneros. El Gulfstream hizo por lo menos siete viajes a la capital
uzbeka.
Los detalles confirman afirmaciones de Craig Murray, el antiguo embajador
británico, de que EE.UU. ha enviado a sospechosos de terrorismo de
Afganistán a Uzbekistán para que sean interrogados y torturados.
En un memorando, cuya publicación durante el mes
pasado contribuyó a la destitución de Murray, informó
a Jack Straw, secretario de exteriores, que el jefe de estación de
la CIA en Tashkent había “reconocido de buena gana que se utilizaba
tortura en la obtención de inteligencia”.
La CIA y Premier se negaron a discutir las afirmaciones sobre los aviones. El gobierno estadounidense, sin embargo, niega ser cómplice de cualquier manera en torturas y dice que trabaja activamente para eliminar la práctica.