Una defensora de la mujer contra el 'establishment'



La austríaca Elfriede Jelinek, quien este año se alzó con el máximo galardón de las letras, el Nobel de Literatura, dice que la marginación en general forzada, es el lugar del escritor que acompaña a la sociedad con voz crítica, como en su obra Las Amantes, a punto de editarse en español, donde denuncia la discriminación de la mujer.

Jelinek, que anunció que no asistirá al acto de entrega del Nobel el viernes próximo en Estocolmo, opina que "un escritor nunca debe comprometerse con los poderosos, con los gobernantes. Debe criticarlos, ése es su deber".

Desde su primera obra, la controvertida literata y dramaturga, nacida en Muerzzuschlag, Austria, en 1946, se ha convertido en una francotiradora que no ahorra andanadas verbales en sus libros ni en sus declaraciones para denunciar la injusticia, la opresión o el sometimiento sexual de la mujer ante el hombre.

En Las Amantes, editada originalmente en alemán en 1975 y entregada ahora a las imprentas de El Aleph Editores, en castellano, y Editions 62, en catalán, se lee: "Si alguien tiene un destino, entonces es un hombre. Si a alguien se le impone un destino, entonces es una mujer".

Jelinek afirma que esta narración aún sigue vigente porque las estructuras sociales sólo han cambiado en los detalles. Las mujeres jóvenes cuentan aún hoy con menos posibilidades que los hombres, sobre todo en las áreas rurales.

De origen semijudío por línea paterna, atribuye al pueblo de la palabra, los judíos, una de las influencias culturales más importantes en su formación, a pesar de haber recibido una educación religiosa estrictamente católica por parte de su madre y por el colegio de monjas donde estudió.

Sufre de aversión social

La escritora austríaca Elfriede Jelinek, galardonada el pasado mes de octubre con el premio Nobel de Literatura, no asistirá a la ceremonia de la Academia Sueca, programada para hoy. Jelinek, quien padece "fobia social" (aversión al trato humano) ha grabado un discurso contra la condición humana que se emitirá en el salón de actos a través de una pantalla gigante.

"El discurso no habla de política ni tampoco arremete contra a su país, pero es durísimo en cuanto al nihilismo que encierra", explicó el editor de Destino, Malcom Otero. Esta editorial acaba de publicar en castellano Deseo, una de las novelas más polémicas de la autora.

Elfriede Jelinek ya estaba perseguida por la polémica antes de obtener el Nobel. Aunque ayer su discurso fue eminentemente literario, su verbo acerado se ha despachado a gusto en obras y entrevistas contra la hipocresía que, según ella, vertebra la sociedad austríaca. El Nobel no va a atemperar su discurso. «No me gustaría abandonar mi modo de vida, pero tampoco quiero que mi palabra tenga de repente más fuerza que la de otros ciudadanos». La escritora lamenta que su reconocimiento haya causado «más rabia que alegría» en las letras de su país: «No creo que por recibirlo pertenezca ahora al 'establishment'». La desigualdad entre sexos siempre la ha preocupado. «Han cambiado las cosas para la mujer, aunque no estructuralmente. Ellas siguen usando su apariencia y no sus méritos para lograr un marido con poder económico. Sólo hay que examinar la clase dirigente en cada país y ver los palcos más altos». Advierte que todavía tienen que «moderar sus deseos de hacer carrera», mientras «muy pocos hombres» toman la baja maternal.

Hipocresía y religión

En su filosofía vital, la violencia doméstica surge así como «una señal de impotencia». Los hombres, menos comunicativos que las mujeres, no ven a menudo otra posibilidad que la violencia. Jelinek no encuentra consuelo en la religión. «Hay sólo una relativa minoría de verdaderos practicantes y creyentes. Pero como sistema de valores el catolicismo juega un gran papel en nuestros países. Muchos lo visten de hipocresía, tal vez porque en la confesión es fácil limpiarse de todo. Las sociedades católicas me parecen más anticuadas, sobre todo en lo que a mujer se refiere». La autora cree en ese sentido que España «va por buen camino» como país laico de tradición católica.

La ganadora del Nobel de literatura, Elfriede Jelinek, sostiene: "Los escritores deben criticar a los gobernantes. Soy misántropa y pesimista y un premio Nobel no lo va a cambiar", asegura la escritora austríaca quien no asistió a la entrega de los Premios Nobel.