Disidentes musulmanes exiliados acusan al islam de «encerrar bajo llave» el Corán

Algunos viven en países islámicos, otros han crecido intelectualmente en Europa y la mayoría se han visto obligados al exilio por haber osado desafiar el poder religioso y la mentalidad dominante.

Proponen una relectura del Corán, reivindican la libertad de conciencia del individuo, piden una democratización de las sociedades musulmanas. Son historiadores, filósofos, juristas, especialistas en literatura árabe. Es difícil medir el alcance real de su trabajo, pero son una señal más que significativa de lo que se cuece en las profundidades del volcán islámico para este nuevo milenio.

Milán/Madrid- Son reformistas in pectore, minoritarios en sus países, y están unidos por la convicción de que razón y libertad son los dos ingredientes necesarios para aproximarse a los desafíos que propone la modernidad para el islam: «Necesitamos poder buscar libremente nuestra herencia religiosa.

Tenemos que levantar el embargo sobre la libertad de pensamiento. El terreno para el renacimiento debe ser ilimitado y sin embargo no tenemos un “refugio doctrinal seguro” innaccesible a la crítica», explica Nasr Hamid Abu Zayd, un egipcio que a los ocho años se sabía de memoria el Corán. Zayd, que hizo la tesis doctoral sobre la interpretación racional del Corán, propone examinar el libro sagrado no sólo con la devoción que cada musulmán le debe, sino también como obra literaria: «Un texto en lengua árabe que no se puede limitar a ser un compendio de prescripciones y prohibiciones», sino que debe tener en consideración el contexto histórico en el que ha nacido, para evitar las manipulaciones ideológicas.

Acusado por los fudamentalistas de traicionar la ortodoxia, Abu Zayd fue juzgado en 1995 por apostasía ante el Tribunal de Apelación de El Cairo. Los magistrados ordenaron que se le separara de su mujer, ya que ninguna musulmana puede ser esposa de un no musulmán. Un grupo de profesores pidió su ejecución y una formación terrorista invocó su muerte. Aunque los intelectuales, estudiantes y una gran parte de la opinión pública le apoyaban, Zayd comprendió que era mejor cambiar de aires y aceptó la invitación de la universidad holandesa de Leida, que le ofreció el cargo de profesor asociado.

También el iraní Abdul Karim Soroush, (Teherán, 1945) al que Jomeini había confiado una cátedra en el departamento de cultura islámica, eligió el camino del exilio cuando se vio en el punto de mira de los radicales. Hoy Soroush vive y trabaja en Harvard. «El gran problema de las sociedades islámicas es la instrumentalización ideológica de la religión», sostiene. «Es necesario desarrollar un acercamiento compatible con la democracia, que acepte valores incontestables como la racionalidad, la justicia, la libertad y los derechos humanos», afirma. «Acudir directamente al Corán y a los dichos del Profeta no nos dirá gran cosa. Hay que ir primero a la Historia, y de allí volver al Corán para situar la interpretación en su contexto histórico», añade.

A la racionalidad apela también Mohammed Arkoun (Argelia, 1928), que hoy enseña pensamiento islámico en la Sorbona de París. Arkoun considera que necesario superponer siempre la «razón interrogativa» a la religión: «Rechazo toda manipulación de los textos religiosos con fines ideológicos. Todo lo que pertenece al islam ha sido nacionalizado por estados que no autorizan el debate. Yo intento restaurar nuestra comprensión del fenómeno religioso como un fenómeno universal y busco la posibilidad de acceder a la religión a través de la cultura y no necesariamente a través del catecismo», afirma.

Abdelmagid Charfi, tunecino, acusa a los tradicionalistas de haber «encerrado bajo llave» el texto coránico e impedir un diálogo abierto con la modernidad. Denuncia que el mensaje espiritual se ha convertido en un corpus de reglas, traicionando el espíritu del Corán, de cuyos 6200 versículos solo 250 tienen un valor legislativo o jurídico. Para lograr una lectura reformadora Charfi propone no quedarse en el significado literal: «Solo así será posible considerar el Corán no como algo fosilizado, sino como la puerta de una habitación que puede ser abierta constantemente por quien vive en ella».

Nunca habían necesitado tanto los musulmanes a gente con el coraje de abrir esa puerta.


Proponen una relectura del Corán, reivindican la libertad de conciencia del individuo, piden una democratización de las sociedades musulmanas. Son historiadores, filósofos, juristas, especialistas en literatura árabe. Exigen que se acepten valores primarios como la racionalidad, la libertad y los derechos humanos