Es mentira el secuestro del velo

 

 

 

 

 

 

 

Omar Ribelles

 

 

            Hace pocos días publiqué algo sobre el caso de una parisina mentirosa que había sido descubierta a nivel mundial, todos de acuerdo, con las manos en la masa, en la mentira de lo que se llama técnicamente “operación encubierta bajo falsa bandera”. Disfrazar una infamia terrible con la bandera de otro para así lanzar a la opinión pública contra los inocentes. Son operaciones, estas de “falsa bandera”, que los musulmanes sufrimos continuamente y que son aireadas hasta el paroxismo por los medios de comunicación judíos que controlan la práctica totalidad de la difusión de las noticias en el mundo. Poco podemos hacer los musulmanes: no tenemos medios, Al Jazera es un miserable caballo de Troya al servicio de la mentira y la estrategia del agresor es ponernos de muy malos a los musulmanes para justificar el genocidio ya en marcha.

 

            Ahora dicen que un llamado ejército islámico de Irak se ha secuestrado a dos periodistas franceses y exige, a cambio de sus vidas, que se revoque la ley del velo en Francia. Ningún musulmán, jamás, es capaz de imaginar y mucho menos de cometer semejante infamia. De ninguna forma, ni por un instante, les podemos aceptar esta nueva mentira infamante imputada a los musulmanes. Están simplemente demonizando a los musulmanes para justificar lo injustificable. ¡No se lo aceptamos! Les vemos su mentira y su infamia.

 

            Ya les vimos con la primera ejecución en Irak de este tipo de “operación encubierta bajo falsa bandera”, la mala saña que tienen y la crueldad en matar a uno de los suyos. Secuestraron a un americano llamado Berg y le cortaron el cuello delante de unas cámaras sin que le saliera sangre. Lo hicieron esos enmascarados gordos rollizos malamente disfrazados de árabes iraquíes con zapatillas blancas de deportes. Hablaban mal árabe de extranjeros, gritaban un takbir de opereta, llevaban anillos de oro y tenían a Berg vestido con el uniforme butano de Guantánamo. Al pobre Berg le tenían sentado en una silla de la cárcel de Abu Ghraib, de las sillas que suministraron los americanos y que salían en las conocidas fotos de las torturas. Mantenían formas de estar de soldados occidentales con sus armas exclusivas, y, visto el video fotograma a fotograma se veían uniformes de funcionarios de prisiones americanos (¡!). Los padres de Berg acusan al gobierno americano del asesinato de su hijo. Tras el ridículo de la primera ejecución por su descubrimiento de ser genuina “operación encubierta bajo falsa bandera”, estos asesinos han ido mejorando su puesta en escena. Mataron a un italiano buenísima persona la semana pasada y ahora provocan a Francia y al mundo entero con lo del velo islámico a cambio de la vida de dos periodistas que se les ve también buenísimas personas. Estos canallas seleccionan a personas con imagen de muy buena persona para multiplicar el odio contra los musulmanes.

 

            Son ellos los de la infamia y así se lo tenemos que decir los musulmanes mirándoles a los ojos. Quieren imputar a los musulmanes lo que hacen sus servicios secretos para levantar la opinión mundial en contra de los musulmanes. No nos van a enseñar lo que es el Islam. Hay mucho odio del norte contra el sur haciendo creer al pueblo del norte que los del sur, por un miserable velo, sean capaces de quitarle la vida preciosa a nadie. Es mucho odio y muy mala entraña la de los del norte queriendo demonizar a los del sur. Es ridículo pensar que con la que les está cayendo a los iraquíes y las dificultades que tienen para mantenerse simplemente vivos, haya nadie en Irak que piense en la situación del velo islámico de Francia. Es salvajada que puede concebir tan solo el malísimo guionista satánico del genocidio en curso del norte contra el sur. El pueblo francés debiera recordar lo que pasó el mes pasado con la parisina mentirosa. El ministro francés de exteriores debiera haberse ido al Pentágono a pedir misericordia para esos dos pobres periodistas franceses que tan malamente van a asesinar gentes de la hierba mala. Para justificar lo injustificable el norte utiliza siempre, en todo, con profusión, las “operaciones encubiertas bajo falsa bandera”.