ENTREVISTA CON ELENA RODRIGUEZ ARTEAGA

An-Nisa:¿Has inculcado tu religión a tus hijos?

Elena Rodríguez Arteaga: Tanto Adel, mi marido como yo, enseñamos nuestras creencias a los hijos, más que nada, con el ejemplo de nuestra conducta, pero no hemos inculcado nada a nuestros hijos. Preferimos que ellos elijan libremente sus ideas y su religión.

An-Nisa: ¿Es difícil que entiendan a una musulmana conversa en la sociedad española?

E.R.: Nunca he tenido el menor roce a causa de mi religión. Puede ser que después de los atentados, y a raíz del bombardeo informativo, alguna gente me pregunte que pasa con los musulmanes, pero siempre, prefiriéndose a las noticias que ven por la televisión. En mi trabajo, y con mis amigos, sólo he recibido muestras de apoyo y de solidaridad. A veces, los pacientes me preguntan amablemente por alguna cuestión que les da curiosidad sobre Islam. Pero como me conocen, tienen mucha confianza en lo que yo les digo.

An-Nisa: ¿ Que opina sobre los símbolos externos de la religión, en el atuendo y en las comidas, por ejemplo?

E.R.: Toda identificación debe ser por las acciones y la conducta, no por los atuendos y los símbolos. Si queremos que nos respeten como musulmanes, no vamos a lograrlo por llevar más o menos tapada la cabeza, o por llevar ropa hasta los pies. Toda identidad separadora de los demás, esconde una gran duda sobre las propias convicciones. Yo, que estoy segura de mi creencia por mi librea elección, no necesito reforzarla con signos exteriores que imponga a los demás.

An-Nisa: ¿ Es difícil realizar las practicas religiosas durante el trabajo fuera de casa?

E.R.: Es difícil levantarse a las cinco de la mañana durante treinta días y estar sin comer en el trabajo hasta la tarde, pero no imposible. Las demás practicas, como la oración y el Sakat, son privadas y las hago en privado. No intento reclamar un espacio especial para mi, en el hospital.

An-Nisa: ¿ Que le parece la enseñanza de la religión en los colegios públicos de España?

E.R.: La enseñanza de la religión no puede ser obligatoria. Es un derecho de los alumnos que lo soliciten, pero debe ser una asignatura opcional, para no obligarles a estudiar un asunto espiritual, que debe ser libre, sin coacciones, para tener algún valor. Me refiero a la religión islámica y a toda ellas. Si la religión católica se hace obligatoria, me parece un error que no debemos seguir los musulmanes.

An-Nisa: ¿ Cuentenos sobre la Educación para la Salud?

E.R.: Para mí esta educación si que es básica. Es mucho más obligatoria que la de religión en sí. Es más , sin esta base de educación en el cuidado del cuerpo, dudo mucho que se pueda educar la mente. Precisamente, Islam identifica el cuerpo sano como la primera condición de cualquier practica espiritual. El cuidado de la higiene, es la Fitra, la estación base, para construir todo lo demás. Por eso le damos tanta importancia a la abluciones, la limpieza de los restos, y la limpieza de los dientes. Es fundamental una dieta alimenticia sana y saludable si queremos elevarnos espiritualmente.

An-Nisa: ¿ Es por esta obligación saludable, por lo que esta prohibido a los musulmanes comer cerdo?

E.R.: En Islam, se recomienda comer de todo lo bueno, y dejar todo lo malo. De forma que esta prohibida toda comida insana y podrida. Por supuesto, en cualquier tratamiento, lo primero que se atiende es a la dieta. Las grasas animales saturadas, son eliminadas de inmediato ante cualquier patología. En mi profesión me he interesado mucho por este aspecto de la Salud. La educación primera que debemos transmitir es el cuidado en lo que comemos, es lo que hace el Corán. De hecho, cuando se recomienda a los enfermos una dieta, es una dieta muy parecida a la dieta de un diabético, y a su vez, esta dieta, llamada dieta mediterránea, es equivalente a la dieta islámica.

An-Nisa: ¿ En cuanto a la prohibición del alcohol?

E.R.: El alcoholismo es una lacra social grosísima. El Corán se limita a poner en claro que consecuencia trae el abuso del alcohol para el ser humano. Los cuarenta mil cirróticos, enfermos crónicos, de nuestro país son una prueba de que ese peligro es real, individual y socialmente.

An-Nisa: ¿ Puede hablarnos de lo que experimenta en estos momentos el pueblo palestino?

E.R.: La familia de Adel, mi marido, es originaria de Yanin, y están allí viviendo en un infierno indescriptible. Me horroriza la indiferencia que observo en la gente acomodada de este país, ante los sufrimientos horribles de esta gente, que podríamos ser nosotros mismos.

An-Nisa: ¿ Cree que se esta haciendo algo por mejorar la situación?

E.R.: Algunas iniciativas privadas tratan de paliar la situación grosísima, con la poca energía que tienen. Pero a nivel de gobernantes, es vergonzosa la pasividad que demuestran ante "el terrorismo de estado israelí". Sin inmutarse.

An-Nisa: ¿ Que opina sobre la labor política de Arafat?

E.R.: Aunque ha sido muy criticado, Arafat era un verdadero líder, que consiguió que su pueblo permaneciera unido. Logró que se escuchase el problema del pueblo palestino. No podía hacer más, porque Israel nunca ha ofrecido nada. Me hace gracia la gente que dice que cometió un error no aceptando las condiciones de los judíos. Era imposible entregar a su pueblo a una masacre mayor.

An-Nisa: ¿Ve alguna vez a la familia palestina de su marido?

E.R.: Los hemos visitado con frecuencia antes de la segunda Intifada. Ahora es imposible porque no podemos llegar, y la situación es de guerra abierta contra la población civil. Son un pueblo martirizado, con pretensiones de exterminio. Me desgarra no poder ir a ver a la familia que esta atrapada allí.

An-Nisa: ¿ Podría formular un deseo?

E.R.: Me gustaría mucho que los musulmanes españoles, y los emigrados que viven aquí, nos uniéramos y nos conociéramos más. Ahora siento que existe una desconfianza mutua que me hiere. El día del Eid, en la Mezquita, disfrute mucho con la compañía de tantas musulmanas de diferentes países. Disfrute con la diversidad. Con tanto color, con tanta raza, que hacíamos todos la misma oración. Fue un momento emocionante, que quisiera vivir más a menudo.

Elena Rodríguez, 54 años, nació en un pueblo de León. Es musulmana española y está casada con un palestino. Trabaja como enfermera en el Hospital Clínico S.Carlos de Madrid. Es experta en Educación para la la salud. Tiene dos hijos de 20 y 18 años.