Paquito el chocolatero

 

 

                                                                                  “Cantando espero a la muerte

                                                                                   que hay ruiseñores que cantan

                                                                                   encima de los fusiles

                                                                                   en medio de las batallas”

                                                                                                       Miguel Hernández

           

 

Omar Ribelles

 

 

Jorge Vitoria, que fue capitán de los moros de Alcoy en 2003, me lo dijo muy en serio: —“Si te metieras un poco más a fondo te darías cuenta de que debajo de toda la fiesta de moros y cristianos hay mucho escondido, necesitas mucho tiempo”. De mi lado en la “filá” salió, “¡hombro con hombro!”, para danzar de forma admirable, espada en mano, su último desfile. Le enterramos pocos días después vestido de moro, con el uniforme de “Los Chanos”. Poco antes le confesó a Pepe Pellicer que el alcohol estaba acabando con él. El lavado de cerebro que, como todo español, recibió sobre las mentiras fundacionales del Estado español le impidieron comprender que se comercia con América desde hace 7.000 años y que ningún árabe o moro, montado en caballos o potras sin herraduras ni bridas ni estribos, invadió España en +711. Solo García Lorca, Federico, era capaz de cabalgar incansable así.

 

El caso es que me vi invitado en la boda del hijo de un amigo. Dos generaciones en danza en boda de fervientes creyentes cristianos todos con chaqué. La amiga de la novia contó en los postres, a ritmo de “Las virtudes”, la historia de la novia y el novio. El baile empezó con tres pasodobles taurinos. Todos contentos.  El padre de la novia, que llegó en utilitario, repartió Vega Fina, los mejores puros que he visto jamás en bodas. Todo normal pero con estilo y amor. Hacia el final, el de la música, metió cinco sevillanas que alegraron mucho a todos. Remató con Paquito el chocolatero y aquí es dónde yo quería llegar.

 

El personal se animó mucho más, les vi como su alegría se disparaba, la mía también. Pero delante de mi vi, perplejidad total, como los cuarenta de la generación joven con chaqué corto se pusieron en formación, dos filas, veinte y veinte enfrentados, y, a ritmo de Hadra con intensos gritos de Hay!, Hay!, Hay!, se danzaron con entusiasmo próximo al arrebato todo el largísimo Paquito el chocolatero. Yo me quedé de una pieza viendo sin dar crédito a mis ojos los exactos movimientos del Hadra y escuchando ese rotundo nombre de Allâh, Hay! “El que siempre vive”. Al día siguiente mi secretaria, que es cordobesa, me precisó que así se baila siempre Paquito el chocolatero y me dijo lo del Hay! con gracia del Aserejé sin que yo se lo preguntara.

 

¿¿Hay alguien que me pueda explicar razonablemente cómo esa fortísima invocación a Allâh que es el Hadra, incluida la repetición de uno de Sus nombres más fuertes Hay!, se dance en España al entrañable ritmo de Paquito el chocolatero?? Abstenerse medianías.

 

 

 

 

 

 

 

             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“operaciones encubiertas bajo falsa bandera”,