LR.MM
El perfil de Rafá Zouhier está muy alejado de la idea que evoca un fundamentalista islámico.
Frecuentaba la noche madrileña y las drogas
Un fanático del Islam que frecuenta discotecas, vende
droga y practica full contact? El perfil del confidente de la policía
Rafá Zouhier que retrata en su último número la revista
Interviú no se adecua a la idea de fundamentalismo islámico
que evoca la masacre del 11-M y, a juzgar por sus aficiones, casa más
bien con el de un buscavidas que aprovechó su conocimiento de los bajos
fondos para aliviar a cambio de confidencias sus problemas con la policía.
Sólo que su antiguo amigo de farras, Jamal Ahmidan, El Chino , le acabó
involucrando en algo demasiado gordo como para salir bien parado.
Zouhier llegó a España con 13 años,
y pronto dejó los estudios, arrastrado por las juergas nocturnas y
su amor a las artes marciales. Para vivir alternaba trabajos esporádicos
como portero de discoteca y otras chapuzas, pero ya desde los 17 años
está registrado por pequeños chivatazos a la Guardia Civil sobre
tráfico de drogas de poca monta en la zona de Las Rozas. Además,
se vio involucrado en un tiroteo y fue investigado por vender droga en el
ambiente gay de Chueca.
Su primer tropezón serio fue en el 2001: un atraco
a una joyería en Pola de Lena le llevó a la cárcel de
Villabona. Ahí contactó con Antonio Toro, y no dudó en
traicionarle para ganarse 1.200 euros de los fondos reservados que Interior
usa para retribuir los soplos . A su salida de prisión, en septiembre
del 2002, regresa a su vida habitual: competiciones de full contact , juergas,
drogas y chivatazos a la policía. Recuperó su amistad con El
Chino , pero éste había cambiado su afición a la noche
por el fanatismo terrorista. Zouhier pone en contacto a Ahmidan con Toro y
Trashorras, aunque ahora lo niega categóricamente, y mientras tanto
vende a la policía soplos sobre falsificadores de tarjetas de crédito.
Su tren de vida va en aumento, y también su proverbial
afición al alcohol y las mujeres; sus amigos hablan de una novia que
estudia en la Complutense y de su "afición a las rusas".
Pero la tragedia ya estaba muy cerca. Quizá pensó que su doble
juego con la policía le iba a salvar de nuevo, pero esta vez había
191 muertos por los que responder.