Omar Ribelles


“Solos quedaron Don Quixote y Sancho”


Allâh ama a todo y a todos. No se mueve una sola hoja en cualquiera de los 400.000.000.000 de galaxias contadas hasta el momento sin que Allâh lo sepa y lo quiera. Allâh quiso, entre otras muchas, el casi exterminio de los indios de América, las dos bombas atómicas impuestas por los terroristas a los civiles inocentes de Hiroshima y Nagasaki, el martirio de Al Hallaj de Bagdad y lo último, la masacre de Fallujah en Irak. Mashallâh. Lo aceptamos, sabemos, nos lo dice el Corán, que la vida de acá es “juego y prueba”. Al Hallaj sonrió en todo momento durante su martirio. Casi mil azotes se le llevaron toda la piel, le cortaron pies y manos al atardecer y le tuvieron crucificado toda la noche. Avanzado el día que siguió, le cortaron la cabeza. A su verdugo se le pidió expresamente que le infligiera el mayor tormento posible. Ocho años, siete meses y ocho días estuvo en prisión hasta la mañana del martirio. Nosotros, los musulmanes, no tememos a los hombres, nos lo exige Allâh. Nosotros, los musulmanes, por no temer ni siquiera tememos a Allâh, sentimos tan solo Su amor en todo momento. Sabemos que está más cerca de nosotros que nuestra vena yugular.

Estamos en un océano sin límites, no se adivinan las orillas. Todo es vulnerable en este planeta Tierra lanzado en el espacio a la escalofriante velocidad de 30 Kilómetros por segundo. Todo es vulnerable, sólo Allâh es invulnerable. La majestad de Allâh se manifiesta. Todos tienen miedo, han perdido el “oremus”. Jesús, el hijo de María, dijo “amad a vuestros enemigos”, “orad por los que os persiguen”, “si os abofetean ofreced la otra mejilla”. Exactamente lo que su compañero Muhammad, enviado de Allâh, denomina exactamente “Jihad al Akbar”. Concepto grandioso que Jesús y Muhammad dan como exactamente contrario a toda Cruzada o Jihad. Tras Fallujah, el “Jihad al Akbar”, el de “amad a vuestros enemigos”, “orad por los que os persiguen”. Amaremos pues a todos los americanos aun en esa su angustia existencial que les lleva a querer apoderarse — avidez sin limites la de estos colonos salidos en aquellas carretas miserables de la famélica Europa— de todos los recursos del planeta, oraremos en nuestro corazón por América y su gran temor a quedarse sin cocaína para sus ejecutivos. Amaremos a América aunque posicione a un idiota fundamentalista con malos propósitos y muchas mentiras al frente del Imperio.

Los caminos de Allâh son impenetrables. Es el único factor. Sólo hay Allâh. Intentad daros cuenta de lo que digo: Sólo hay Allâh. Los musulmanes insistimos en ello cada vez que nos repetimos muchas veces al día el mantra absoluto de la Sahada. A pesar de ello lloramos por Fallujah y todos sus mártires. El Profeta del Islam también lloró la muerte de su único hijo varón y sabía mejor que nadie, Profeta cuando Adán todavía estaba entre el agua y el barro, que todo ocurre por expreso mandato de Allâh.


Allâh ama a Fallujah