Ablación. Infibulación. Lapidación. Malos tratos a musulmanas.

 

 

 

De la varita a esa suave cuchilla de afeitar como primitivos remedios para la eyaculación precoz.

 

Omar Ribelles

 

A nada que te enteras del fondo del asunto se te queda el psiquismo a cuadros. Te toca, despiertas y no te lo puedes creer. No es excusable haber vivido decenas de años con muertos hediondos de entidad mayor, destripados y sangrantes, en tu propio armario, el de todos los días, el de las mudas de ropa interior, sin haber percibido siquiera el hedor que ahora percibes y no soportas. Te quedas bastante más que perplejo. No vale bromear con lo de la miopía o con lo de esa enciclopedia que nunca llegas a comprar. Va en serio. Es tan fácil llegar al último fondo, sin que exista más, de los puntos que titulan estas líneas que me avergonzaré siempre hasta el día de mi muerte por haber vivido treinta años como musulmán de espaldas a tan importantes quebrantamientos de derechos humanos tan básicos sin haberme pronunciado como aquí y ahora me pronuncio. Casi con la misma facilidad con la que ese humanoide normalito distingue el día de la noche, puede saberse todo sobre los puntos más arriba listados. No hay excusa ni para el silencio ni para el misterio. Es blanco o negro, sí o no claro y tajante. Hay que tomar posición y que esta sea conocida. Conoce a tu interlocutor y que te diga si acepta, sí o no, los malos tratos a la mujer. Sí o no a la lapidación femenina. Sí o no a la ablación del clítoris. Sí o no, sin más, de entrada.

 

De entrada hay que decir con toda precisión, sin acritud alguna, que en la Revelación contenida en el Corán no figuran ni ablación, ni infibulación, ni lapidación, ni malos tratos a mujeres. Es más, fácilmente se puede señalar y señalaremos que la Revelación directa de Allâh contenida en el Corán se posiciona clarísimamente contra ablación, infibulación, lapidación y malos tratos a mujeres. ¿De dónde entonces esas lacras horribles derramando infamia en el Islam? ¿De dónde si no están en el Corán? ¿Quién las ha metido?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿en qué lugar?, ¿de qué forma?, ¿para qué? No podemos seguir respirando si no desentrañamos la superchería que respalda una pretendida justificación islámica a actos, ablación, infibulación, lapidación y malos tratos a mujeres que van contra derechos humanos mínimos. Como europeos españoles de origen, respetuosos de la Constitución de 1978 y musulmanes sin nadie por medio entre nosotros y Allâh, no aceptamos que ningún clérigo subvencionado, solo o en cuadrilla, nos quiera justificar lo injustificable con historietas tercermundistas infumables. Clericalla misógina, impotente por más señas, llegan a calumniar a nuestro enviado Muhammad, Paz sobre él, y atribuyen al Hadiz lo que el Corán incluso prohíbe.

 

La polémica está servida. Son los unos de siempre contra los otros de siempre. Unos, los míos, estábamos tan tranquilamente disfrutando de la vida cuando uno de los otros, el imam de Fuengirola, publica un libro sobre la mujer e indica como pegarla sin dejarle marcas y haciéndole daño moral y psíquico más que físico, naturalmente los unos arremetimos contra los otros en respuesta a su agresión descrita por ellos mismos por escrito en libro publicado por un editor sirio de Barcelona. Uno de los unos, yo, estaba tan tranquilo escribiendo artículos contra Ramoncin y poniéndole verde porque dijo en Televisión que la ablación era fenómeno islámico y me doy cuenta un año después que los otros, los fundamentalistas integristas, le están cortando el clítoris, hoy, ahora, a cientos de millones de mujeres musulmanas. Sí, he dicho exactamente a cientos de millones de mujeres musulmanas hoy. Los otros se quedan tan frescos cometiendo tan infame mutilación, los unos, cuando se enteran de semejante burrada ya no pueden dormir en paz y van a hacer lo que puedan para que las cuchillas de afeitar no sigan sajando entre alaridos de niñas y jovencitas en la oscuridad. Los otros lapidan, solo a mujeres, cada vez más, sin que ningún musulmán diga nada hasta que los unos se dan cuenta de que en el Corán hay adulteras vivas que tras cien azotes se pueden casar con adúlteros vivos que han recibido cien azotes. No lo se decir mejor, son los unos de siempre contra los otros de siempre. El lector sensato debe distinguir entre unos y otros. Entre agredidos y agresores. Entre los que cortan clítoris, lapidan y pegan a mujeres, siempre a mujeres, que son los otros del cuento y los que se oponen a semejantes barbaridades contrarias a derechos humanos, al Corán y a las enseñanzas de Muhammad, los unos del cuento. La polémica está servida. Los unos van a pulmón, los otros a lomos de petrodólares. Unos son como son, los otros impresentables. No hay conciliación posible. Preguntadle al imam de Fuengirola.

 

Estamos ante un asunto muy grave, la potencial varita domestica de ese egipcio a sueldo en tierra extraña que hace de imam en Fuengirola es la desagradable puntita de un gélido iceberg de proporciones inauditas en el que, con la ablación y/o infibulación faraónica real y no potencial hecha para siempre, navegan el noventa por ciento de las mujeres egipcias, sudanesas, somalíes, yemeníes, indonesias, malayas. Y más. No es de broma, porque en Barcelona, en un curso dado por Wuhabitas le han precisado a mujer joven musulmana de mi familia que por razones islámicas que ellos se saben se lo tenia que hacer (eso de la ablación) y en Marruecos, de viaje turístico, en serio, una enterada se lo espetó como obligación a la hija musulmana de 13 años de una amiga musulmana. Caiga quien caiga vamos a enterarnos del calado del iceberg que estamos señalando. Juguemos en serio. Los musulmanes españoles que recuperamos el Islam tras el genocidio no vamos de conversos estilo negrito en tierra de misión, no necesitamos a ningún licenciadillo menguado a sueldo que nos tergiverse lo que nosotros nos sabemos por nosotros mismos. Veamos que pasa con:

 

1.0 Ablación

2.0 Lapidación

3.0 Malos tratos a mujeres

 

1.0  Ablación

 

1.1  Concepto

Hombres y mujeres difieren y mucho en esto de la circuncisión. Los urólogos occidentales afirman que el 50% de los hombres necesitan la operación de fimosis en mayor o menor medida. Es operación simple que consiste en remoción de pellejo sobrante, nada que ver con la estructura del pene masculino que permanecerá siempre intacto. El eufemismo está en llamar circuncisión femenina a lo que no tiene nada que ver con la circuncisión masculina. Parece ser que son cinco familias de horrores diferentes los que según diferencias regionales le pueden hacer a una mujer:

 

1/ Ablación menor.- Remoción de la cabeza del clítoris.

2/ Ablación mayor.- Remoción del clítoris en su totalidad.

3/ Infibulación menor.- Remoción del clítoris en su totalidad y de parte o todos los labios menores que son cosidos para que cicatrizando cierren.

4/ Infibulación mayor.- Remoción del clítoris en su totalidad y de parte o todos los labios menores y mayores que son cosidos para que cicatrizando cierren.

5/ Otros horrores.- En investigación.