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LAS REVELACIONES DE MECA

IBN AL ARABÍ

  •  "Cuando hagas la ablución (wudu) antes de la oración, debes cumplir todos sus requisitos, de forma que tu ablución sea lo más perfecta posible.

 

  • Al iniciar cada uno de sus movimientos, dirás:

 "En el nombre de Dios".

  • Lávate las manos con Consciencia, despojándolas de todas las cosas del mundo.

  •  Enjuágate la boca con recitaciones y versos del Corán.

  • Aspira, al lavarte la nariz, los aromas divinos, y al expulsar el agua, expulsa con ella de tu alma la soberbia, retornando a la humildad interior.

  • Lavate la cara con la vergüenza por los errores,

  •  y lávate los brazos hasta el codo con el abandono a la providencia de Dios.

  • Unge tu cabeza con los sentimientos de equivocación, pobreza y humildad,

  • y limpia tus oídos con la audición atenta de la voz interior y la atención a sus altas sugerencias.

  • Lávate los pies para pisar con cortesía el monte de la contemplación, y enseguida alaba a Dios con las palabras dignas de El, y ruega por Su mensajero, que te mostró los caminos de la rectitud.

  • Luego permanece en pie sobre tu alfombra, en la presencia de tu Señor, pero no lo imagines ni limitado por el espacio, ni semejante en algo a las criaturas; tan solo orienta tu corazón hacia El como orientas tu rostro hacia la Caaba, como si en el mundo solo estuvieseis El y tú.

  • Que tu adoración sea de esta forma pura y sincera, y junto con las palabras rituales, alábale interiormente y reconoce tu dependencia.

  • Cuando recites los ayats del Corán, aproxima tu mente al verso que pronuncies: si es una alabanza, recítalo como si fueras un alumno y El, tu maestro, bajo cuya dirección repites las alabanzas que El te lee en Su Libro, para que aprendas a alabarle.

  • Cuando los versos traten de recomendaciones o limitaciones, recítalos fijando la atención en el mandato de Dios, y reconociendo los deberes por El impuestos, para tenerlos presentes, cumplirlos y observarlos.

  • Al inclinarte, al levantarte, al postrarte, en cualquiera de los movimientos de la oración, imagínate sujeto por los cabellos de la mano de Dios, y esta percepción, fugaz como un abrir y cerrar de ojos, hará esfumarse en tí toda vanidad.

  • Y cuando termines la oración con el "salam", ese saludo final, sigue pensando, que en la realidad existe solo tú y tu Señor. Desea por ello la paz a quien Dios mismo te manda que se la des, es decir: a tí mismo, como dice el ayat:

 

"Y cuando entreís en las

moradas, daos la paz

con un saludo bendito y

bueno, un saludo de

parte de Dios".

 

            Y cuando retornes a tu

habitación, saluda a Dios con dos

inclinaciones, y lo mismo en cada lugar

en que entres."

                    (Ibn Al-Arabi, "Las Revelaciones de Meca")

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