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CAPITULO III: La mujer politica

Es en el Corán donde encontramos el primer ejemplo de una mujer con una responsabilidad política: Bilqis, la reina de Sabah. El Corán habla favorablemente de la reina de Sabah y también menciona la manera en la que consultaba a sus consejeros, quienes acataron su decisión sobre cómo tratar la amenaza de invasión del ejército del profeta Suleyman. (Corán 27:32-35):

«Dijo ella: ¡Consejo de nobles! Dadme un dictamen sobre mi caso, no tomaré ninguna decisión hasta que os pronunciéis.

Dijeron: Nosotros tenemos fuerza y también un ejército poderoso, pero tuya es la decisión, mira pues lo que vas a ordenar.

Dijo: Cuando los reyes invaden una ciudad la devastan y humillan hasta a sus habitantes más poderosos.

Así es como actúan.

Voy a enviarles un regalo y esperaré lo que traigan de vuelta los mensajeros».

Vemos que poseía claramente mejor juicio y discernimiento que sus consejeros. En primer lugar, acuerda enviar un presente a Suleyman para probarle y averiguar de este modo si es un rey mundano o un Profeta; lo que ilustra sobre su manera de enjuiciar y su sabiduría en tales asuntos.

Más tarde, cuando visita a Suleyman y se encuentra delante de su propio trono, que había sido desplazado desde su palacio y disimulado, dice acerca de él, «Es muy similar». No se apresura a hacer juicios precipitados. Es comedida en sus valoraciones y cuidadosa en sus juicios. Cuando tiene la verdad clara frente a ella, actúa inmediatamente y con decisión, tal y como corresponde a un buen gobernante.

Finalmente confiesa la verdad:

«Oh señor, he sido injusta conmigo misma, pero me someto, junto con Suleyman, al Señor de los mundos».

Los comentaristas afirman que Suleyman la confirmó como dirigente de su reino, así que no encontramos ninguna objeción en el Corán a que una mujer actúe como gobernante.

A continuación miraremos la intervención política de las mujeres durante la vida del Profeta y la de sus Compañeros. La primera muestra que encontramos se produce a raíz del «Acto de acatamiento de Aqaba», donde los habitantes de Medina acordaron proteger y apoyar al Profeta. La conclusión de este tratado crucial tuvo consecuencias militares, económicas y políticas muy importantes para Medina. Hubo dos mujeres que participaron en estos acontecimientos. Según el Tabaqat de Ibn Sa'd:

«Durante la noche en que se acordó el compromiso de Aqaba, los hombres estrecharon la mano del Profeta de Al-lâh, que Al-lâh le bendiga y le dé paz. Al-'Abbas ibn 'Abdu'l-Muttalib estrechó la mano del Profeta. Umm Mani' y yo permanecíamos allí. Entonces, mi marido, 'Arafa Ibn 'Amr dijo en voz alta, "Mensajero de Al-lâh, estas dos mujeres están aquí con nosotros para jurarte lealtad". A lo que el Mensajero de Al-lâh respondió, "Acepto su lealtad de las misma manera que la acepté de ti, pero no estrecho la mano de las mujeres". Dijo Umm 'Umara Nusayba».

Una área importante de participación de las mujeres era la de la guerra y la actividad militar. Desde los tiempos pre-islámicos, las mujeres habían tomado parte en los enfrentamientos tribales y, más tarde, al hacerse musulmanas, continuaron luchando junto al Profeta Muhammad, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz. Muchos casos lo documentan; tanto cuando realizaban labores auxiliares, como cuando participaban en el ámbito de la lucha directa. Algunas mujeres como Layla al-Ghifariyya, solían traer agua y curar a los heridos en la batallas. Otras, como Safiyya bint 'Abdul Muttalib y Nusayba, lucharon y mataron al enemigo para protegerse a sí mismas y al Profeta. Incluso se destacaron aquellas, como Umm Dahhak bint Mas'ud en la batalla de Jaybar, que recibieron el botín igual que lo recibían los hombres, una vez terminada la lucha.

Al-Bujari y Ahmad ibn Hanbal informaron que ar-Rubayyi bint Mu'awwidh dijo: «Solíamos participar en las batallas con el Profeta de Al-lâh. Traíamos agua para los luchadores, les servíamos y llevábamos a los muertos a Medina».

Según Muslim, lbn Majah y Ahmad ibn Hanbal, Umin 'Atiyya al-Ansariyya dijo: «Acompañé al Mensajero de Al-lâh siete veces, hacía guardia en el campamento, cocinaba, trataba a los heridos y cuidaba a los enfermos».

«Las mujeres solían ir con el Mensajero de Al-lâh. en los ataques del ejército para así servir a los luchadores», dice Malik en al-'Utibiyya.

Az-Zuhri dijo: «Las mujeres solían estar presentes en las batallas, daban agua a los luchadores y cuidaban de los heridos».

Ibn Mardawiyya informa en su tafsir que Mu'adha al-Ghifariyya dijo: «Solía estar cerca del Mensajero de Al-lâh, que Al-lâh lo bendiga y le dé paz. Lo acompañé en algunos viajes en los que me ocupaba de atender a los enfermos y curar a los heridos».

En el Tabaqat de Ibn Sa'd se encuentra recogida la biografía de Umm Sinan, que decía:

«Cuando el Profeta quería ir a Jaybar, fui donde él y le dije, "Mensajero de Al-lâh, déjame ir contigo para traer el agua y cuidar de los enfermos y de los heridos, en caso de que haya alguno. Vigilaré las alforjas." A lo que el Mensajero de Al-lâh respondió, "Tienes la bendición de Al-lâh para ir. Hay algunas de tus compañeras que también me han hablado y les he dado permiso, algunas de ellas son de tu gente. Si lo deseas vete con tu gente o si lo prefieres ven con nosotros." A lo que le respondí, "Con vosotros". Y él dijo, "En ese caso estarás con Umm Salama, mi esposa". Ella dijo, "Estuve con ella"».

Ku'ayba bint Da'ud al-Aslamiyya cuidaba de los enfermos y los heridos. Cuando Sa'd ibn Mu'ah fue herido en el Día del Foso, lo llevaron junto a ella para que lo atendiera. Ella le trató las heridas hasta que murió. Estuvo en Jaybar con el Profeta y éste le asignó la parte de un hombre.

Umm Ayman estuvo presente en Uhud y también en Jaybar haciendo la misma labor.

En el «Libro de las Expediciones», al-Bujari tiene varios capítulos donde se refiere a la participación de las mujeres en las guerras. Así se destacan el capítulo del yihad de las mujeres, el capítulo de la participación de las mujeres en las batallas marítimas; el del hombre que lleva a la guerra a una de sus mujeres y no a la otra; el de las mujeres que van a expediciones y luchan junto a los hombres y finalmente el que describe a la gente trayendo a los muertos y heridos del campo de batalla. En éste último recoge la narración de Anas el día de la batalla de Uhud, cuando los seguidores del Profeta fueron derrotados,

«Vi a Aisha y a Umm Sulaym con los vestidos recogidos. Podía ver sus tobillos. Llevaban los odres de agua a la espalda. Más tarde volvieron y los llenaron de nuevo. Y luego los vaciaron en las bocas de la gente».

Veamos ahora a aquellas que intervenían en el combate directo. El día de Uhud, las mujeres se encontraban en la fortaleza de Hassan ibn Thabit cuando un judío se acercó a la fortaleza a espiar. Safiyya bint 'Abdul-Muttalib, la tía del Profeta y hermana de Hamza, dijo a Hassan que bajara a matarlo. Él estaba de alguna manera indeciso, entonces ella no esperó, tomó un vara larga, descendió resueltamente y abriendo la puerta con sigilo lo mató. (Tabaqat, lbn Sa'd). Más tarde salió afuera con una lanza y la blandió ante los rostros de la gente.

Muslim menciona que según Anas, Umm Sulaym tenía un puñal atado con una correa a la cintura en la Batalla de Hunayn y que declaró: «Lo traigo conmigo por si alguno de los idólatras se me acerca, así le abriré el estómago con ella».

«Oí al Mensajero de Al-lâh decir, "En la Batalla de Uhud cada vez que me volvía a la derecha o a la izquierda la veía luchando junto a mí."». Dijo Tmar refiriéndose a Nusayba al-Ansariyya.

Nusayba estuvo presente en el juramento de Aqaba, Uhud, al-Hudaybiyya, Jaybar, el cumplimiento de Umra (1), Hunayn y la Batalla de Yamama, en la que le cortaron la mano. Luchaba con una espada y con un arco. En cada una de las batallas de Uhud y de Yamama recibió unas doce o trece heridas. Durante el enfrentamiento de Uhud, en el que Nusayba luchaba en defensa del Profeta, cuando sólo quedaba un puñado de gente con él, éste se dio cuenta de que ella no tenía escudo y vio a un hombre con escudo que se retiraba. Entonces dijo al hombre,

«Entrega tu escudo a quien todavía está luchando» y señaló a Nusayba. Luego el Profeta indicó a Nusayba al hombre que había herido a su hijo; ésta le golpeó en la pierna y cayó al suelo. Ella contó, que el Mensajero de Al-lâh sonreía tanto que podía ver sus dientes. Cuando hirieron gravemente a Nusayba en el cuello, el Profeta llamó al hijo de ésta y le dijo: «¡Mira a tu madre! ¡Venda su herida! ¡Qué Al-lâh bendiga a la gente de vuestra casa!. La resistencia de tu madre es mejor que la de muchos otros».Y ella le pidió que rogara a Al-lâh si podrían ser sus compañeros en el jardín, y el Profeta lo hizo».

Nusayba describía así la batalla:

«Los jinetes nos hicieron lo que es propio de ellos. Si hubieran ido a pie, como nosotros íbamos, los habríamos derrotado, si Al-lâh lo hubiera querido. En el momento que un hombre a caballo me atacaba, yo me protegía de su espada con el escudo y golpeaba las articulaciones de su caballo; así conseguía que cayera hacia atrás».

Cuando el Profeta regresó a Medina, no volvió a casa hasta que tuvo noticias de ella.

Mientras Abu Bakr ejercía de califa y los musulmanes se estaban preparando para luchar contra Musaylima, el falso Profeta en Yamama, Nusayba pidió permiso a Abu Bakr para unirse a la expedición. «Sabernos que vales para la guerra, así que, en el nombre de Al-lâh, únete a ellos».Tras la batalla, Jalid ibn al-Walid le curó con aceite caliente la herida que le dejó la mano amputada.

En la Batalla de Siffin, Hind, la esposa de Abu Sufayn y la madre de Mu'awiya, dirigió a las mujeres contra los bizantinos cuando los musulmanes rompieron filas. Hay muchos más ejemplos como estos.

La presencia habitual de las mujeres en la lucha, nos explica que la participación de Aisha en la Batalla del Camello (2) no fuera inusual. Sin embargo es en esta ocasión donde surgen críticas a la participación de las mujeres en los actos bélicos. Hay que tener en cuenta, que los datos sobre esta batalla fueron recogidos 150 años después de que sucediera. Parece bastante probable, por tanto, que se produjeran modificaciones de acuerdo con las actitudes y las versiones partidistas de los hechos, con la intención de justificar sus posiciones respecto a aquel desgraciado suceso. La observación cuidadosa de los datos y los detalles de aquella batalla, nos muestra que no había objeción a la presencia de Aisha en el terreno militar en aquel momento. Se afirma, que Ali dijo al finalizar el episodio, «Si una mujer pudiera ser califa, Aisha lo habría sido» (Identificación del hombre de Ibn 'Abdus-Salam.)

Un año después de la Batalla del Camello, en la Batalla de Siffin, hubo mujeres luchando tanto entre los partidarios de Ali como entre los de Mu'awiya. (Iqd al-Farid).

Durante las conquistas de Iraq, se produjo un incidente al atacar al-Mughira ibn Shu'ba a la gente de Maysan, mientras las mujeres estaban en el campamento base. Una de ellas temía que el ejército enemigo fuera demasiado fuerte para el ejército musulmán. Así que ideó un plan para hacer creer al enemigo que habían recibido ayuda. Las mujeres hicieron banderas de sus pañuelos y, bajo su dirección, marcharon cantando poemas por la victoria de Islam. Cuando llegaron al campo de batalla, el enemigo creyó que habían llegado los refuerzos y se retiró.

No existe un veredicto coránico acerca del lugar de las mujeres en el campo de batalla, ya sea en la línea militar o en la retaguardia, sin embargo, ni el Profeta ni sus Compañeros se opusieron a su presencia, e incluso les dieron permiso para que se unieran a la lucha. Esto incrementa el acuerdo de su legitimidad.

En otras áreas de la vida pública encontramos además a mujeres encargándose de funciones importantes. Destacó como muhtasib (inspector de mercado), Samra' bint Nuhayk al-Asadiyya. Según al-Isti'ab, ella se presentó al Profeta y solía ir a los mercados ordenando los intercambios y comportamientos justos y prohibiendo los abusos. Solía impedir los actos incorrectos con un látigo que llevaba siempre con ella.

Ash-Shifa bint 'Abdullah desarrolló sus cualidades en la medicina y se relacionó con la administración, donde, tuvo una presencia importante a principios de la lustona musulmana. Su nombre real era Layla. Ash-Shifa, significa curar y es un título que deriva de su profesión como curadora. Se convirtió al Islam antes de la Héjira, y fue una de las primeras en emigrar de La Meca a Medina. Practicaba varios tipos de medicina y enseñó a escribir a Hafsa, la mujer del Profeta, y a otras más. El Mensajero de Al-lâh solía visitarla y le dio el derecho a una casa en Medina. La estima que el Mensajero de Al-lâh le tenía influyó en los califas siguientes. Umar solía tener muy en cuenta su opinión y tenía tal respeto por su competencia, carácter y juicio que la nombró funcionaria, o waliah, de la administración del mercado. Posiblemente, éste sea el primer caso en el que una mujer ocupaba un puesto en la administración pública, y supuso, sin duda, un precedente.

Antes de pasar a otro periodo de la historia, hay que mencionar la controvertida cuestión en tomo al hadiz encontrado en lbn Hanbal y que se ha citado frecuentemente: «La gente que confía el poder a una mujer, no prosperará». Este es un hadiz aislado, que no se ha encontrado en las colecciones Sahih y fue pronunciado en relación con el gobierno de los Sasánidas. (Boranduxt, 630-631). No existe ningún hadiz que establezca un juicio (hukm) en la Shari'a. Algunos creen que se falseó después de la Batalla del Camello para denigrar a Aisha. Sin embargo, no hemos encontrado datos de que se utilizara para censurar a las mujeres que ocupaban cargos en el poder antes de esa época. Al-lâhu a'lam.

Si dirigimos la mirada a otro ámbito de la política, el de las mujeres como jueces, encontraremos interpretaciones diversas. Al-Tabari dijo que las mujeres podían ser nombradas para ocupar una posición judicial y decidir sobre todos los asuntos. Sin embargo, Abu Hanifa las excluye de tomar decisiones de peso que impliquen castigos hadd y qisas (represalia); otros juristas afirman que las mujeres no pueden bajo ningún concepto actuar como jueces. También se dice que Abu Hanifa afirmaba, que sólo podrían actuar en casos en los que su testimonio fuera aceptado. En un libro sobre el fiqh hanafí del siglo VI, al-Marghinan, se establece que una mujer puede actuar como juez en todos los procesos, salvo en los que traten castigos hudud. Según me dijeron, el jurista maliquí lbn Rush adoptó la misma posición que Abu Hanifa.

Durante el mandato de los abasíes, Shaghad, la madre de al-Muqtadir bilah, cuando actuó como regente de su hijo, estableció un juzgado y nombró a una mujer como responsable. El primer día nadie fue. Así que la mujer elegida para el puesto llamó al famoso cadí Abu'I-Hasan, quien afirmó que era correcto que una mujer estuviera a cargo del juzgado, entonces la gente comenzó a ir al juzgado.

Notas:

(1) La Umra que el Profeta realizó el año después que los Quraishitas le impidieran la realización de Uumbra.

(2) La batalla del Camello. Uno de los incidentes principales de la 1ª guerra civil (fitna), en la cual las fuerzas de Ali derrotaron a los partidarios de Aisha, Talha y az-Zubayr en el enfrentamiento que se produjo a las afueras de Basra en el año 36/656.

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