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Ni putas ni sumisas', por Fadela Amara

'Ni putas ni sumisas' fue el lema de la marcha que recorrió Francia en 2003 para denunciar la violencia machista que se produce en muchos barrios obreros de mayoría inmigrante.

Fadela Amara, autora del libro traducido al castellano por la Colección Feminismos de la Editorial Cátedra, nació en Clermont Ferrand (Francia) en el seno de una familia magrebí y tras participar en numerosos movimientos asociativos lidera desde el año pasado Ni Putas ni Sumisas, organización que ha tenido un importante papel en la promulgación de la denominada 'ley del velo'.

En conferencia de prensa para presentar la obra, Amara alertó de la emergencia de los integrismos en Europa y advirtió de la necesidad de que España se mantenga "vigilante", porque podría verse afectada en el futuro por los mismos problemas.

Musulmana practicante

"Es muy importante el derecho y el respeto a la diferencia, pero nunca cuando afecta a la integridad física o moral de los seres humanos, especialmente de una mujer", aseveró esta musulmana practicante tras alertar de que muchas personas, sobre todo en la izquierda, tienen miedo a denunciar esas situaciones de discriminación para evitar ser tachadas de racistas.

En la "confiscación de los derechos fundamentales" de las jóvenes en los barriadas francesas intervino la incapacidad del Estado para "integrar a todos sus hijos", con la creación de "barrios-guetos"; la economía de los noventa, que llevó al "padre" inmigrante al desempleo y permitió al hijo "usurpar" su autoridad, y la instalación de movimientos islamistas con "autoproclamados imanes" de discurso radical.

Aparecieron las prohibiciones en torno a la ropa de las chicas, las salidas, las parejas, y no sólo la familia, sino todos los varones del barrio comenzaron a "vigilar" a "sus mujeres", denuncia Amara.

Mientras las mujeres de sus países de origen evolucionaban, los inmigrantes vivían con unas tradiciones que databan de la fecha de su emigración a Francia.

Quemada viva a los 17 años

El asesinato de Sohane Benziane, una joven de 17 años quemada viva en octubre de 2002, fue el inicio de la marcha de Ni Putas ni Sumisas, un movimiento que se fue alimentando de las denuncias de opresión, falta de libertad e incluso "violaciones colectivas" que sufren muchas jóvenes en barrios que han sido literalmente "tomados" por los hombres.

Amara, quien recordó cómo en 1989 defendió el derecho de las jóvenes musulmanas a llevar el velo en la escuela confiando en que la República ofrecería a esas mujeres las herramientas para emanciparse, es ahora una acérrima defensora de su prohibición, una medida que era "urgente" ante la fuerza adquirida por los islamistas radicales.

A su juicio, la educación, con mezcla de niños de distintos orígenes étnicos y sociales, es fundamental para la evolución de una sociedad igualitaria con crecientes porcentajes de inmigración.

El año pasado Ni Putas ni Sumisas recibió uno de los premios de los Derechos Humanos de la República Francesa por su proyecto de crear "la casa itinerante de la mujer", espacio de encuentro que ofrece apoyo psicológico, jurídico y profesional.

" Ni putas ni sumisas"es ahora el título de un libro que recoge esa lucha para recuperar los derechos "confiscados" de las jóvenes musulmanas.

www.an-nisa.es 2010