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POEMAS SOLITARIOS
Por Johana Bosque

Dhikr

Amigo
esto es lo último que queda
de entonces, de aquella efervescencia:
este yihad cotidiano
y este recuerdo
y la añoranza.


Este diario canalillo
enciende el alma
(superviviente mas anestesiada)
y mi esperanza está
en que no se seque nunca
el único lazo
que me ata a Tu recuerdo.

Déjame al menos
en estos desiertos y espejismos
un rastro instintivo: este deseo, alarma,
inquietud, necesidad
de despertar.

A veces al menos me doy cuenta
de que emites señales
que yo no puedo percibir, registrar,
comprender.
Indirectamente las recibo
a través de un breve destello
en otros, y suscitan en mi memoria
vivencias de hace ya mucho tiempo
cuando impetuosamente joven
de un lado a otro
buscaba Tu amistad en todas partes.

Recuerdo: Te buscaba
en el impersonal latido de la presencia cósmica.
Te buscaba en la evidencia de la vida.
En la escasa soledad de la infancia
buscaba esa secreta compañía:
la Presencia.

Pero sé que la antena está solo temporalmente inútil.
La conexión sigue intacta
a pesar de tantas tormentas y vaivenes.

(Te buscaré una y otra vez en esta vida
allá donde me encuentre.
Buscaré fuera
y dentro.
Buscaré siempre.
Esperaré pacientemente
a encontrarte en el momento
en que me estás esperando).

 

El abandono de lo preconcebido

El abandono de lo preconcebido.
El vaciamiento de lo imaginado.
El distanciamiento del recuerdo.
El silencio de las expectativas.
El entrecruzamiento de las manipulaciones...
Ultimos tristes despojos de granada.
Pero la realidad es siempre igual,
siempre volvemos
con un desengaño como premio,
siempre una paradoja va a parar
a nuestra mochila, siempre un paso
extrañamente cambiado
nos distancia.
Un día más
nos calzamos las sandalias
de la himma y la paciencia
(para poder seguir nuestro viaje).

 

La hora baja

Bajo la guardia
y de la ebullición interior
afloran en burbujas
bocanadas de run run mental;
el yo se deshilacha
en un rosario de lamentos,
reproches, razonamientos,
alegatos, argumentos,
sueños a medio soñar,
incoherencias, tristezas,
pensamientos sin rumiar

 

Espejismo

Yo seguía en el desierto
y te veía pasar
solo, mudo, despierto.

La hospitalidad
te atrajo a mi tienda.
Te ofrecí mi alfombra, mi bebida y mi pan.
Mi manta de lana
defendió tu sueño.

(La visión era:
un gran lago de dulcísima luz
y praderas resplandecientes,
y en la orilla nosotros, sedientos,
deslumbrados,
queriendo zambullirnos
en la esencia,
queriendo asomarnos
a la Presencia).

Al despertar, te dije:
compartíamos el sueño.
Si quieres también podemos
ser compañeros de viaje,
buscamos el mismo tesoro.

¿Qué extraña prudencia
frenó tu impulso?
Pues has elegido:
seremos amigos lejanos.

Adiós, joven amigo,
que tu prudencia sea para bien.
Te velaré mis ojos;
seremos amigos lejanos.

Cada paso exterior que nos separe
será por dentro un año-luz.
Cuando nos encontremos,
tú serás un perfil borroso en mi paisaje,
y casi desde el horizonte
me saludará tu mano.

 

La mirada

Dicen los ojos ven,
acércate,
navega por el alma,
llégame al corazón,
a la última entraña.
Arrópame
con la mas envolvente
de tus miradas.

Mírame largamente
hasta que los últimos pensamientos
desnudados
resbalen por la piel
como gotas de silencio.

 

Lagrimas

Mi alma sigue llorando ante la tumba de su amiga.
No puede remediarlo, sea o no correcto.
Visualiza sus huesos en la tumba,
Como antes visualizó las cuchilladas.
Sus huesos tan pequeños,
Tan menuda era.
Sus manos tan delgadas.
Sus ojos tan pequeños e intensos
y profundos.
Por qué tuvo ella que ver a su asesino
Asesinarla.

Por qué ha desaparecido tan pronto
Su respiración sabia y pausada,
El dhikr de su vida.
Por qué solo quedan tan pronto
Sus genes y su memoria

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